- La belleza pervierte, enloquece, pero oir otra vez esa voz que repetía hasta el cansancio la palabra de cuatro
letras, me inquietó.
- Su
mejor amiga le había tumbado al marido. Ni que valiera tanto su miserable gordo.
- Cuatro
tras cuatro letras. Sólo eso. El rencor, les dije, es una emoción perfecta.